Víctor Jara

Biografia

Víctor Jara Martínez más conocido como Víctor Jara nació en el año de 1932 en la comuna de Chillán Viejo en las cercanías de Santiago y murió en Santiago en el año de 1973.

Fue un cantautor chileno, poeta, director teatral, investigador de folclore, actor, dramaturgo y libretista, pero alcanzó mayor popularidad como compositor y cantante popular. Fue uno de los integrantes del movimiento artístico intitulado la nueva canción chilena y es unos de los artistas más importantes de la música de protesta.

Su vida es un reflejo de sus ideologías y pasión por la cultura de su país. El contacto que Víctor tuvo con la Música Popular Folklórica Campesina se dio por su madre Amanda que cantaba y tocaba la guitarra.

Las canciones de Víctor Jara son repletas de la gente sencilla de su país, él tiene gran admiración por los campesinos y sus canciones refleten la vida de esa gente.

Víctor tuvo gran envolvimiento con ideales comunistas incluso cuando apoyó la presidencia de Salvador Allende (candidato de la Unidad Popular) al cuál le daba, como otros cantantes, conciertos en apoyo a sus ideales políticos.

Allende fue el primer presidente marxista a llegar al poder por elecciones directas en el mundo. El gobierno popular fue abruptamente interrumpido por un golpe militar en el 11 de septiembre de 1973. Allende murió ese mismo día en el palacio de la moneda, Víctor fue arrestado, como muchos otros artistas, profesores y estudiantes de izquierda, fue llevado para el estadio Nacional de Chile, allá permaneció y le torturaron y golpearon hasta por fin matarlo.

Víctor antes de morir escribió el poema "Somos cinco mil o Canto que mal me sales" y se los entregó a dos amigos para que si alguno de ellos saliera vivo, pudiera llevar a conocimiento de la gente sus últimas palabras.

El poema a seguir retrata sus últimos momentos en el estadio nacional que hoy lleva su nombre, Víctor Jara.

Poesías

Canto que mal me sales

Somos cinco mil aquí
en esta pequeña parte de la ciudad.
Somos cinco mil.
¿Cuántos somos en total
en las ciudades y en todo el país?
Sólo aquí,
diez mil manos que siembran
y hacen andar las fábricas.
Cuánta humanidad
con hambre, frío, pánico, dolor,
presión moral, terror y locura.
Seis de los nuestros se perdieron
en el espacio de las estrellas.
Un muerto, un golpeado como jamás creí
se podría golpear a un ser humano.
Los otros cuatro quisieron quitarse
todos los temores,
uno saltando al vacío,
otro golpeándose la cabeza contra un muro
pero todos con la mirada fija en la muerte.
¡Qué espanto causa el rostro del fascismo!
Llevan a cabo sus planes con precisión artera
sin importarles nada.
La sangre para ellos son medallas.
La matanza es un acto de heroísmo.
¿Es este el mundo que creaste, Dios mío?
¿Para esto tus siete días de asombro y de trabajo?
En estas cuatro murallas sólo existe un número
que no progresa.
Que lentamente querrá más la muerte.
Pero de pronto me golpea la consciencia
y veo esta marea sin latido
y veo el pulso de las máquinas
y los militares mostrando su rostro de matrona
llena de dulzura.
¿Y México, Cuba y el mundo?
¡Qué griten esta ignominia!
Somos diez mil manos
menos que no producen.
¿Cuántos somos en toda la patria?
La sangre del compañero Presidente
golpea más fuerte que bombas y metrallas.
Así golpeará nuestro puño nuevamente.
Canto, qué mal me sales
cuando tengo que cantar espanto.
Espanto como el que vivo
como el que muero, espanto.
De verme entre tantos y tantos
momentos de infinito
en que el silencio y el grito
son las metas de este canto.
Lo que veo nunca vi.
Lo que he sentido y lo que siento
harán brotar el momento...